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lunes, 19 de septiembre de 2016
Ciervo común (Cervus elaphus)
Ciervo común Cervus elaphus Linnaeus, 1758
Los ciervos comunes suelen medir alrededor de 1,30 metros de altura, y pesar entre 150 y 200 kilogramos, siendo las hembras más pequeñas que los machos. Son animales esbeltos, de pelo áspero, corto, pardorrojizo en verano y grisáceo en invierno, con una característica mancha en la grupa. El escudo anal es de color amarillento. Las orejas son grandes y muy evidentes en la hembra. Tienen las patas largas y la cola corta.
El macho está armado de cuernas estriadas y ramosas que pierde (desmogue) y renueva todos los años; de manera que cada año
aumenta el número de puntas, que puede llegar a diez en cada asta.
Un estudio realizado por un equipo de investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Gomendio, Roldán y Garde, 2005), ha demostrado que el tamaño de las cuernas está estrechamente relacionado con la fertilidad de los machos, de manera que unas cuernas más grandes, no sólo les suponen mayores ventajas en la lucha frente a sus rivales, sino que son también un indicador para las hembras de que se trata de ejemplares con más posibilidades de fertilización.
Se alimentan exclusivamente de diversos productos vegetales.
Muestran más actividad a primeras horas del día y en el crepúsculo. Durante todo el año, las hembras se mantienen en grupos de varias decenas, con las crías de varios años, mientras que los machos deambulan solitarios o en grupos muy reducidos. En la época de celo, los machos comienzan a bramar en la "berrea", para llamar la atención de las hembras; así cada macho reúne un rebaño de hembras que defenderá de otros machos en durísimos combates entrechocando sus cuernas.
Durante todo el periodo reproductor, los machos dejan casi de alimentarse, dedicándose a las peleas y las copulas con las hembras, de manera que quedan muy debilitados y muchos de ellos mueren.
La gestación dura unos ocho meses y el parto suele ser de uno, y a veces dos cervatillos, que son capaces de seguir a su madre casi inmediatamente después de nacer, aunque normalmente se quedan escondidos en la espesura y la madre acude regularmente a darlos de mamar, al menos durante los tres primeros meses.
Las crías, durante los primeros meses de vida, son de color rojizo, con manchas y rayas blancas, que mejoran su camuflaje.
Se distribuye de manera natural por amplias zonas del hemisferio norte: gran parte de Europa, Asia, América del Norte y el norte de África, y ha sido introducido en algunas zonas de América del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Se reconocen 27 subespecies, que se diferencian por el color del pelaje, el tamaño, y la longitud y forma de las cuernas.
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