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domingo, 5 de abril de 2015
Hembra de curruca capirotada (Sylvia atricapilla)
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El capirote es la marca distintiva que da nombre a esta especie y que permite identificarla fácilmente; el resto de su plumaje es más bien discreto.
Muy repartida y con frecuencia bastante familiarizada, es la que con más gusto vive en nuestros jardines. Se acomoda en las matas más diversas, tanto en las salvajes como en los macizos de boj tallado.
En marzo-abril, después de haber tomado posesión de un territorio, el macho intenta, con mímicas variadas, atraer una hembra. Durante la parada nupcial, agita tan pronto las alas como la cola, frenéticamente, e infla las plumas del pecho.
La muda se inicia a mediados de julio. Las currucas capirotadas apenas se mueven y pasan desapercibidas. Después de un período de silencio, hacia mediados de agosto, se oyen otra vez sus voces claras entre los sotos.
Aunque es común criando en casi toda España, aparecen en mayor número en invierno con la llegada de multitud de aves procedentes de otros puntos de Europa. Hacia finales de septiembre arriban las avanzadas, pero es en octubre, particularmente, cuando llega el grueso de aves, que inverna principalmente en todo el centro y sur.
Identificación: Partes superiores pardo grisáceo; el macho con capirote negro, el de la hembra es pardo rojizo.
Nidificación: Nido ligero, construido principalmente por la hembra, de hierbas secas, forrado con pelo y raicillas, en arbustos u otra maleza. Pone de abril a junio, normalmente de 4 a 5 huevos, blancos teñidos de verde y jaspeados de pardo. Incubación, por ambos padres, alrededor de 12 días. Los pollos, alimentados por ambos padres, dejan el nido después de unos 10 días.
Alimentación: Mosquitos, orugas y otros insectos; en otoño e invierno, frutos y bayas .
Hábitat: Sotos.
Curruca Capirotada
Sylvia atricapilla 14 cm.
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