En el mes de abril los abejarucos, cazadores africanos, han regresado ya de sus cuarteles de invierno. Una nube de aves de brillante colorido sobrevuela entonces el talud, donde han excavado largos túneles que conducen a los nidos. Muy bellos posados, los abejarucos son admirables en vuelo.
Esta especie no es muy madrugadora y parece complacerse en retardar sus actividades diurnas, posada en comunidad en las copas de grandes árboles. Durante las horas cálidas del día, los insectos voladores les pagan un fuerte tributo, sobre todo en pleno verano, cuando son muchas las bocas que hay que alimentar.
Por sus actitudes y sus juegos aéreos, los abejarucos podrían parecernos indolentes, pero en realidad son padres excelentes y muy delicados. Cuando no encuentran un talud arenoso, pueden excavar el túnel en terreno horizontal siempre que sea blando; en este caso, la longitud que alcanza aquél es menor que en la pared.
Se citan casos de nidos de esta especie en los que se produce una ceba comunal; varias parejas alimentan al mismo tiempo los pollos de un túnel.
Identificación: Partes superiores rojizo vivo o amarillo pálido; mentón amarillo vivo bordeado de negro; partes inferiores azul-turquesa brillante; pico largo y algo curvado hacia abajo; alas y cola verdes; en los adultos, las rectrices medias, puntiagudas, sobresalen de las demás.
Nidificación: Nido, horadado por ambos padres, en terreno blando, normalmente en talud; el túnel puede alcanzar hasta 2,5 metros y termina en una cámara circular; puesta, mayo-junio, 4-7 huevos ( a veces más ) globosos y blancos; la incubación, por ambos progenitores, comienza después de la puesta del primer huevo y dura 20 días; los pollos, alimentados por ambos padres, dejan el nido tras unas 3 semanas.
Alimentación: Insectos capturados en vuelo.
Hábitat: Matorrales y campos baldíos
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